La correcta ventilación de los espacios y la calidad del aire que se respira dentro de estos ha sido, a lo largo de la historia, una de las preocupaciones más importantes a la hora de construir. Desde los primeros emplazamientos humanos, en los que en un mismo salón se realizaban casi todas las actividades diarias del grupo como cocinar, descansar, hacer vida social, preparar actividades como la caza, preservar comida, entre otras, el ser humano vio la necesidad de brindar a sus viviendas mecanismos que permitieran eliminar olores, evacuar contaminación generada por la cocción de alimentos u otras actividades, etc. Esta necesidad se ha ido acrecentado a medida que el hombre dejó su vida nómada y se asentó en grandes ciudades, pero se hizo casi un imperativo desde el siglo XIX, cuando cada vez más personas empezaron a vivir en grandes urbes con alta densidad demográfica y los cambios en el estilo de vida dieron paso a la construcción de escenarios multitudinarios para el trabajo, el estudio o el entretenimiento.
El sector de la construcción enfrenta hoy un gran desafío, por un lado, debe seguir proporcionando soluciones habitacionales, de trabajo, recreación, entre otros, a una población que seguirá con un ritmo sostenido de crecimiento por lo menos hasta finales de siglo; que estas sean sostenibles teniendo en cuenta la alta presión por las materias primas y el impacto de estas actividades en el equilibrio medio ambiental del planeta y al mismo tiempo garantizar que estas soluciones sostenibles se ajusten a las necesidades de confort, cada vez más personalizadas, de los clientes. Entre estas necesidades la calidad del aire es una de las más importantes.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) las personas en áreas urbanas pasan entre el 80 y 90% de su tiempo en espacios internos, de ahí la importancia de la tendencia en construcción que los edificios sean pensados para las personas. Pero más allá de una ventaja que genere un impacto individual, la correcta climatización, ventilación y calidad del aire en los espacios, compromete aspectos que van de la mano incluso con la productividad de las organizaciones (en el caso de la construcción de espacios para oficinas, fábricas, entre otras) lo que impacta directamente a la competitividad y la economía de los países y además y en especial en momentos en que la pandemia del Covid-19 ha traído de nuevo la sanidad pública como protagonista de la agenda mundial, podría contribuir a la reducción de enfermedades respiratorias, bajando la presión en los sistemas hospitalarios y por ende impactando en las finanzas de los gobiernos.
El síndrome del “Edificio Enfermo”, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido como el conjunto de sintomatologías y enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados, cobra hoy especial importancia en la lucha contra el Covid-19, debido a la alta transmisibilidad del virus en espacios cerrados. De ahí la importancia que los edificios, en especial los de alta afluencia de personas o públicos, con sistemas de ventilación HVAC, que engloban no solo la ventilación, sino la calefacción y el aire acondicionado, que de ahora en adelante se constituirán como aliados de la salud de las personas y en una inversión casi que obligatoria para garantizar el bienestar de los futuros habitantes de una edificación. La calidad del aire y de los sistemas de ventilación, debido a la pandemia del Covid-19 no será una cuestión de lujo o confort, sino una necesidad primaria en las construcciones.
En un mundo cada vez más urbanizado, la eficiencia en las edificaciones es un factor clave a la hora de planificar las ciudades y las unidades de vivienda dentro de estos. Construir edificios que no solo perduren en el tiempo, sino que proporcionen diversidad de usos a sus habitantes, que reduzcan la necesidad de grandes desplazamientos y que contribuyan al ahorro de recursos naturales es una de las necesidades que se tienen en la actualidad. La calidad del aire sin duda va ligado a esta consigna y a través de soluciones en construcción se puede lograr, pues en primer lugar el mercado busca que productos utilizados en ductos o sistemas de ventilación tengan una mayor durabilidad, impactando el uso de recursos naturales y ahorrando costos totales en las obras. En segundo lugar, el mantenimiento de estos sistemas debe dar de una manera constante y fácil y más en edificios como hospitales o plantas de procesamiento de alimentos, en los cuáles, además de agentes externos de comunicación, se debe cuidar la no proliferación de bacterias, hongos, virus, vectores, entre otros. Y en tercer lugar, los sistemas de calidad del aire contribuyen directamente al ahorro de energía, lo que en el mediano y largo plazo supondrá proyectos sostenibles financieramente y además, son requisito para sellos de construcción sostenible.
Las soluciones encaminadas hacia mejorar los sistemas de calidad del aire, deben buscar generar el menor impacto posible en el medio ambiente, tanto en su producción, como en su instalación y posterior vida útil. La garantía de productos que hay en el mercado, pueden proporcionar hoy duraciones de décadas para sistemas de ductos de ventilación, además, muchas cuentan con sellos de sostenibilidad en su producción y con garantías de baja o mínima afectación en la salud de quiénes los instalan. Además, debido al ahorro energético contribuyen a consumir menor energía y a generar menos emisiones de gases de efecto o incluso, debido al confort térmico que generan, disminuyen el uso de aires acondiciones que especialmente en épocas de altas temperaturas, ayudan a calentar aún más las ciudades y generan gases dañinos a la atmósfera.
De acuerdo con la OMS, trabajar por mejorar la calidad del aire puede mejorar la mitigación del cambio climático y los esfuerzos de mitigación del cambio climático pueden, a su vez, en una reacción en cadena, a mejorar la calidad del aire.
El sector construcción tiene una importante oportunidad para poder responder a estas necesidades que plantea el mercado en tiempos de pospandemia, cuando es un imperativo mantener una excelente calidad del aire en espacios internos. Lo anterior también va de la mano de brindar edificaciones que garanticen adaptabilidad al cambio climático, en especial en países como Colombia, donde está previsto que efectos climáticos extremos como heladas u olas de calor sean cada vez más frecuentes en el territorio nacional, lo que supone de entrada, un mayor desafío para garantizar a los colombianos, soluciones habitacionales con las cuáles se les brinde bienestar, seguridad, ahorro energético, salud y sobre todo confort.
Por: FIBERGLASS ISOVER